
La invitación para reunirse en Cenáculo, ha
llegado a ser una "constante" en los documentos magisteriales en la época
postconciliar del Vaticano II. Juan XXII, al convocar el concilio (en 1959), realizo una
oración para pedir el éxito de la asamblea conciliar: "Renueva en nuestra época
los prodigios de un nuevo Pentecostés".
La primera comunidad eclesial, reunida en el
Cenáculo, preparando la venida del Espíritu Santo "con María la Madre de
Jesús" (Act 1,14), se ha convertido punto de referencia para toda época
histórica de la Iglesia. En esta afirmación bíblica se entrecruzan las imágenes e la
anunciación (Nazaret) y de Pentecostés (cenáculo). "Fue en Pentecostés cuando
empezaron los hechos de los Apóstoles, del mismo modo que Cristo fue concebido cuando el
Espíritu Santo vino sobre la Virgen María" (AG 4). En el Cenáculo, "también
María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la anunciación ya la
había cubierto con su sombra" (LG 59).
En todo momento histórico de la Iglesia se puede hablar de un "nuevo
Pentecostés", en el sentido de tomar conciencia de esta realidad eclesial,
en la que se reciben nuevas gracias del Espíritu Santo para afrontar nuevas situaciones. Los
momentos más fecundos de la historia de la Iglesia coinciden con la toma de
conciencia de vivir en Cenáculo , en oración y caridad fraterna.
Pablo VI hizo esta invitación para preparar
el año dos mil, en "la vigilia del tercer milenio": "En la mañana
de Pentecostés, ella (María) presidió con su oración el comienzo de la evangelización
bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la evangelización siempre
renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre
todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza" (EN 82). Juan Pablo II,
desde su primera encíclica, ha ido repitiendo la misma invitación, puesto el
cristianismo se encuentra en "un nuevo adviento" (RH 1, 20, 22), en una
"nueva etapa de la vida de la Iglesia" (RH 6), en una "época hambrienta de
Espíritu" (RH 18).
María en medio de la comunidad eclesial que prepara Pentecostés,
simboliza a la Iglesia. "Por consiguiente, en la economía de la gracia, actuada bajo
la acción del Espíritu Santo, se da una particular correspondencia entre el momento de
la encarnación del Verbo y el del nacimiento de la Iglesia. La persona que une estos dos
momentos es María: María en Nazaret y María en el cenáculo de Jerusalén" (RMa
24).
Asi tambien nosotros nos reunimos para recibir al
Espiritu Santo y luego partir, somos comunidad de encuentro, comunidad de mision, unidos
para la dispersion en un camino ignaciano de servicio y alabanza, para la mayor gloria de
Dios, acompañando y siendo acompañados en nuestra mision por miembros de la Compañia de
Jesus |